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La memoria en disputa

En Medellín, el territorio que habitamos como proceso comunitario, ha existido una constante disputa por hacer memoria del conflicto armado del país a través del arte y la cultura. ¿Por qué hablar de “disputa”? Porque este proceso implica nombrar, revelar verdades, levantar exigencias y denuncias, muchas de las cuales señalan a quienes ocupan cargos políticos y ejecutivos en la ciudad, aquellos que toman decisiones y que, a su vez, habitan impunemente el mismo espacio que las víctimas. 

Durante las décadas de los 80 y 90, el sicariato intentó borrar cualquier manifestación relacionada con la paz territorial y la vida digna, tachándola de terrorismo, alusión a procesos guerrilleros y mensajes que debían ser eliminados. Relación que generó que, ante el miedo y estigmatización, surgieran diferentes apuestas desde el arte plástico, el arte comunitario y callejero, la comunicación popular, donde no se permitiera dar lugar al silencio, y por el contrario, se exigiera con mayor fuerza: verdad y justicia. 

En este contexto, retrocedemos a esa época para demostrar que la disputa no es nueva. Llevamos años intentando posicionar debates y reflexiones sobre lo que significa que, mientras se presenta a Pablo Escobar como un referente, a pesar de haber sido un sicario y narcotraficante, nosotras y nosotros, desde los procesos de base comunitaria y popular, seguimos visibilizando las historias de las víctimas. Un ejemplo puntual de esta situación fue el acto de invisibilización e irrespeto a las víctimas de la Comuna 13 el 12 de enero de 2025, cuando diversos colectivos artísticos de la ciudad se reunieron para pintar el mural «Las cuchas tienen la razón», pero la Alcaldía de Medellín lo cubrió con pintura gris.

Aunque este hecho no ocurrió en la Comuna 2 donde habitamos, es parte de nuestra ciudad y decidimos pronunciarnos al respecto, tal como lo han hecho hasta hoy diferentes procesos sociales y artísticos de Medellín, del país e incluso de otras partes del mundo, poniendo en todo lugar el rostro y la resistencia de las madres buscadoras.

Este mural también cuenta nuestra historia: la dignidad de las luchas de las víctimas que habitan nuestra ciudad. En nuestro caso, se trata de historias marcadas por el desplazamiento forzado desde los campos hacia la ciudad, donde la mayoría de las vecinas y vecinos de nuestros procesos en los barrios de la Comuna 2 de Santa Cruz han sido desplazados desde diferentes pueblos de Antioquia y del país, y llegaron a fundar lo que hoy habitamos.

Historias de las víctimas de los 90 cuando fuimos una de las zonas más violentas de la ciudad más violenta del mundo para la época o la violencia “silenciosa” que hoy controla nuestros barrios. Ante esto, nuestra postura es por la memoria como pilar de dignidad y reconocimiento a prácticas como el convite, como posibilitadores del vivir en comunidad, al traer siempre al presente los desaparecidos, los asesinados, los exiliados y todas las víctimas del conflicto armado en nuestro país que aparecen, y las que aún no, en los registros oficiales. 

 La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidos (UBPD) y la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el pasado mes de diciembre de 2024, dieron a conocer el hallazgo de los primeros restos humanos en La Escombrera, conocida como la fosa común a cielo abierto más grande de Colombia.

Eso motivó que el 12 de enero de 2025, diversos colectivos artísticos de la ciudad se reunieron para pintar el mural “Las cuchas tienen la razón” en homenaje a las madres, esposas, hijas y familiares de las personas dadas por desaparecidas en la comuna 13 y que desde hace más de dos décadas vienen exigiendo justicia y verdad.

El mural no cayó bien en la Alcaldía de Medellín, que mandó a borrarlo en menos de 24 horas. Muchos debates se abren con esta nueva disputa por el espacio público, sin embargo, el discurso manejado por el alcalde Federico Gutiérrez y sostenido en medios de comunicación llama especialmente la atención. Dichas declaraciones se pueden resumir en la siguiente publicación del alcalde en la red social X, del 12 de enero, donde dice:

“Una cosa es el graffiti como expresión artística, ejemplo lo que se ha logrado en la Comuna 13 y en otras zonas de Medellín. Es más, está reglamentado por un acuerdo municipal. Y en nuestro Plan de Desarrollo hemos definido intervenir 30.000 metros cuadrados con arte urbano. Otra cosa muy diferente es el desorden y quienes simplemente quieren generar caos y poner fea y sucia la ciudad. Acá hay respeto por las expresiones artísticas y las apoyamos, y al mismo tiempo tenemos claro que el espacio público de la ciudad es de todos y hay mantenerlo limpio y bonito.”  

El discurso higienizador utilizado por los diferentes alcaldes de Medellín,  esta vez usado por Federico Gutiérrez es preocupante, pues categorizar de feo y sucio un homenaje a las mujeres víctimas es un acto despreciable y mezquino; que además raya con el más bajo autoritarismo. 

Por ejemplo, entre los muchos elementos que componen el mural, quizás uno de los más impactantes, porque además de fuerte, es conmovedor, es el retrato de Margarita Restrepo líder y vocera de Mujeres Caminando por la Verdad, uno de los colectivos más importantes en las labores de búsqueda en la comuna 13 y la ciudad. 

En este mural, Margarita representa el rostro de las miles de personas víctimas y buscadoras en Colombia, una labor que además de difícil ha sido estigmatizada y criminalizada en el país. 

¿Es esto lo que Federico considera caos, fealdad y suciedad? O quizás le incomoda el mensaje de «Las cuchas tienen razón», o los rostros expuestos que señalan a quienes ordenaron el miedo y la muerte en esta ciudad. Es difícil ocultar en las calles lo que han intentado silenciar con escombros, algo que la pintura gris no puede borrar. Debemos recordarle al alcalde que estamos ante un hecho real, y que ellas siempre tuvieron la razón. Bajo los escombros y la basura de este lugar en Medellín, hay cuerpos que están siendo encontrados, cuerpos que también exigen verdad y justicia.

Otro asunto particular del discurso de la alcaldía es poner el mismo lugar de los hallazgos como un ejemplo de lo logrado con el grafiti en la ciudad, pero se le olvida que la comuna 13 ya no es ejemplo de nada, tanto los grafitis como la práctica turística también han vulnerado las víctimas y la memoria que ellas encarnan. 

Así lo retrata la investigadora María Alejandra Escobar en su trabajo de maestría (https://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/28850/2/EscobarMaria_2022_DiscursosPazCotidianidades.pdf), donde recoge un relato desgarrador de una mujer hablando del turismo, en el que dice “Pero lo más doloroso, lo que no olvido, es que un día escuchamos una guía turística, con un grupo de personas pararse en la puerta de la casa, señalar hacia la Escombrera y decir “Allá es donde dicen que hay desaparecidos, pero eso no es verdad, algunas mujeres dicen eso para obtener alguna reparación económica del gobierno, pero no es cierto”. 

¿O será que el alcalde prefiere exaltar los muros llenos de marcas comerciales y murales ornamentales que no transmiten nada? ¿Es eso lo que considera bonito él y su grupo político? ¿Qué rostros deberían enorgullecernos en nuestros muros? “Medellín es como vos” es la estrategia de cultura ciudadana de esta Alcaldía, que ocupa todas las vallas de la ciudad. Pero, ¿acaso Medellín no es como Margarita? ¿No es como Luz Ángela Velásquez, quien pasó 22 años buscando incansablemente a su pareja en la Escombrera y murió sin encontrarlo? Si Medellín fuera como ellas, tendría mucho más color de dignidad. Sin embargo, a algunos parece interesarles más una Medellín sumida en el gris, el miedo y el silencio.

Imagen generada con IA.

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